Ceremonia de recuerdos
El hombre, en profundo silencio, escucha un sonido,
después dos, tres, millones de sonidos se juntan.
Él empieza a hablar, su hablar es un canto.
Él empieza a cantar con los ojos del corazón
y, en silencio, entre las notas
mira como la mujer reza bailando.
Las sacerdotisas del Mediterráneo siempre rezan bailando.
Dejándose llevar por los dulces sonidos
de la voz del hombre y las olas del mar,
sus corazónes cantan y corren en libertad.
Profundamente enamoradas del Cielo y la Tierra,
del Agua y del Fuego.
Sonidos y amor, silencio y música.
Las sacerdotisas del Mediterráneo siempre rezan bailando.
El hombre mira a la mujer
y escucha más profundamente
los sonidos del silencio de sus pasos,
los momentos entre el pisar y levantar de los pies.
La Tierra gira y la Mujer gira,
su vientre conectada, sus alas fuertes.
Girando, girando, danzando, rezando.
Las sacerdotisas del Mediterráneo siempre rezan bailando.
Los dedos de las manos mueven con el mismo ritmo
de las curvas de un cuerpo que se deja mirar,
abrazar y llevar, por los vientos dulces de la noche.
Los Hombres miran.
Los Hombres del Mediterráneo siempre rezan mirando.
Ellas lloran, gritan y ríen danzando.
Ellos miran, miran, en silencio gritando.
Los sacerdotes del Mediterráneo siempre rezan mirando.
después dos, tres, millones de sonidos se juntan.
Él empieza a hablar, su hablar es un canto.
Él empieza a cantar con los ojos del corazón
y, en silencio, entre las notas
mira como la mujer reza bailando.
Las sacerdotisas del Mediterráneo siempre rezan bailando.
Dejándose llevar por los dulces sonidos
de la voz del hombre y las olas del mar,
sus corazónes cantan y corren en libertad.
Profundamente enamoradas del Cielo y la Tierra,
del Agua y del Fuego.
Sonidos y amor, silencio y música.
Las sacerdotisas del Mediterráneo siempre rezan bailando.
El hombre mira a la mujer
y escucha más profundamente
los sonidos del silencio de sus pasos,
los momentos entre el pisar y levantar de los pies.
La Tierra gira y la Mujer gira,
su vientre conectada, sus alas fuertes.
Girando, girando, danzando, rezando.
Las sacerdotisas del Mediterráneo siempre rezan bailando.
Los dedos de las manos mueven con el mismo ritmo
de las curvas de un cuerpo que se deja mirar,
abrazar y llevar, por los vientos dulces de la noche.
Los Hombres miran.
Los Hombres del Mediterráneo siempre rezan mirando.
Ellas lloran, gritan y ríen danzando.
Ellos miran, miran, en silencio gritando.
Los sacerdotes del Mediterráneo siempre rezan mirando.
Comments